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Carlos Alcaraz posa con la Copa de Los Mosqueteros. AFP
Final

Alcaraz remonta lo inexplicable en una batalla inolvidable

El murciano levanta dos sets en contra y tres pelotas de campeonato a favor de Sinner para revalidar de forma heroica el título en Roland Garros

Enric Gardiner

Domingo, 8 de junio 2025, 21:17

Ya no es solo ganar al mejor tenista del mundo, ni levantar dos sets en contra, ni siquiera salvar tres puntos de campeonato a favor de tu rival. No es lograrlo, que lo hizo, es hacer creer a millones de personas que, mientras todo eso estaba ocurriendo en su contra, era posible el milagro. Y ese atisbo de esperanza que cualquier otro tenista no habría transmitido, tiene nombre y apellidos: Carlos Alcaraz, el hombre que remontó lo imposible a Jannik Sinner (4-6, 6-7 (4), 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (2)) para conquistar su segundo Roland Garros y quinto Grand Slam en general en uno de los mejores partidos de la historia de este deporte.

Sinner y Alcaraz trasladaron el homenaje a Rafael Nadal a este día y brindaron una oda al tenis durante cinco horas y 31 minutos de partido, la final más larga de la historia sobre la arcilla parisina. Muchos pronosticaban la victoria de Sinner, dado el aura de invencibilidad que rodea a un tenista que, hasta esta final, no había perdido ni un solo set y que, de hecho, había llegado a contabilizar 31 consecutivos ganados desde los octavos de final del pasado Abierto de Australia.

Pero con Alcaraz siempre queda ese resquicio que permita pensar que actuará de contraparte del que ya es su gran rivalidad en el tenis contemporáneo. Por eso se confiaba en una remontada inédita en su carrera cuando Sinner ganó los dos primeros sets con bastante contundencia. El primero, salpicado por los problemas en las bolas de 'break' del español, que desaprovechó las seis primeras para entregar el set a la segunda que tuvo Sinner. El segundo, alargado hasta un 'tie break' donde el servicio y la derecha a la carrera del italiano mandaron.

efe

Por novena vez en su carrera, el héroe de El Palmar estaba con una desventaja de dos sets en Grand Slam. Nunca lo había remontado. Solo cinco tenistas en la historia, Bjorn Borg, Ivan Lendl, Andre Agassi, Gastón Gaudio y Novak Djokovic había levantado esta diferencia en la final de París.

Alcaraz, ganando el tercer set, optaba a ser el sexto. Se echó la mano a la oreja, mientras el director Spike Lee le pedía más, y empezó a ver grietas físicas en su rival. Sinner nunca había ganado un partido que durara más de cuatro horas y el reloj marcaba las tres horas cuando Alcaraz sellaba el tercero.

El italiano parecía vivir una batalla contra el crono y Alcaraz quería mandar un mensaje de confianza. Al ganar el primer juego del cuarto mandó tres raquetas a encordar. Quería quedarse un rato más.Pero Sinner era mejor. Esta vez no valían los brillos repentinos, hacía falta una constancia y una regularidad que el español no tenía y el italiano sí. Por muy asfixiado que empezara a estar, Sinner se hizo con la rotura en el cuarto set y dispuso de tres pelotas de campeonato sobre el saque de Alcaraz. El murciano, desde lo más hondo de la Philippe Chatrier, las salvó una por una.

Liberado y desatado

Desatándose, liberándose, como si no hubiera esperanza, pero abriendo la puerta a un pequeño «¿Y si...?». Despertaba, además, un runrún en la pista y obligaba a Sinner a sentarse y pensar que ese título que estaba a un punto de distancia, ahora estaba a un juego. O quizás a mucho más. Porque su saque siguiente, el que debía entregarle el título, fue un ejercicio perfecto al resto de Alcaraz, que con una derecha paralela confirmó la rotura. Levantó los brazos, como si hubiese ganado ya, y llevó el partido a al desempate del cuarto, donde volvió a alzar sobre sus hombros la esperanza. Cuando lo ganó, repitió ritual, levantó los puños y la raqueta de nuevo y esta vez sí que era para auparse al título.

Sinner, que comenzaba a sufrir calambres, se enfrentaba a un quinto set de la final interminable. Solo Gaudio, en la batalla decisiva de 2004 ante Guillermo Coria, había ganado este torneo tras tener punto de partido en contra, pero Alcaraz le iba a igualar. Lo sabía él, lo sabía el público y hasta Sinner, con su cara de resignación, sabía que el título, ese que descansaba en mitad de la grada, se le había ido en el cuarto set.

afp

Verse con el título a un punto y perderlo es una experiencia desgarradora. Que se lo digan a Coria, que no volvió a ganar nada importante, o a Roger Federer, que no volvió a asomarse a un Grand Slam tras lo ocurrido en Wimbledon 2019. Y aun con todo ello, Sinner no se rindió, llevó el partido hasta el desempate y estuvo a dos puntos de ganarlo con 6-5. Alcaraz, con un tenis sin parangón en los momentos de presión y una cabeza privilegiada, evitó que llegara el cuarto punto de partido en contra y bordó un 'tie break' precioso y contundente a partes iguales.

Selló su segundo Roland Garros con una derecha paralela a la línea y, sin tiempo que perder, se subió corriendo a la grada con su familia y amigos. Increíble, pero cierto. Eliminado a las tres horas de partido, campeón después de cinco y media. Carlos Alcaraz, no traten de explicarlo.

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