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La renovación cromática del Puente Romano, que obligará a hacer pruebas para encontrar el tono adecuado de amarillo para sus pretiles, ha traído a la actualidad los problemas que los monumentos de Salamanca tienen con el color exterior. Y el caso más extremo es el de un edificio protegido con casi un siglo de historia, en pleno centro histórico, que fue pintado de amarillo intenso sin permiso y sigue así un año después, con un aspecto de chapuza.
Además de crecer con nuevas plantas, convertirse a los usos turísticos, perder elementos característicos e incluso desaparecer, los edificios y monumentos de la capital que cuentan con protección se tienen que enfrentar a su mantenimiento, en el que es habitual tener que reparar o reponer su pintura exterior.
El caso más extremo afecta a un edificio protegido en la plaza del Corrillo que había recibido una pequeña rehabilitación para la que se eligió un tono amarillo que chirriaba. El cambio llamó mucho la atención a pesar de que en la zona se han autorizado varios proyectos como la transformación de un inmueble en restaurante, pequeño hotel y apartamentos.
Se trata de una construcción datada según el catálogo de edificios protegidos en el siglo XIX como ejemplo de arquitectura doméstica en el centro histórico. Destaca por la sillería de piedra franca y las rejerías. Durante años ha presentado un mal estado y en su ficha de protección la foto aparece con la fachada descascarillada y sucia.
No había deficiencias internas o estructurales y se autorizó un 'lavado de cara'. Para paliarlo se hizo una rehabilitación que acabó siendo una chapuza: ha terminado con una fachada protegida en un lugar sensible pintada de amarillo.
Como se pudo comprobar después, el color no tenía nada que ver con el original y tampoco con los edificios cercanos ni con el entorno monumental en el que se encuentra. De paso, se había eliminado un antiguo cartel de un comercio. Tras debatirse en la comisión territorial de Patrimonio, se supo que que el 6 de marzo la propiedad fue requerida para corregir lo que había hecho, para lo cual tendría que proceder al repintado con un tono apropiado; se le exigía presentar primero una muestra.
Esa muestra de pruebas de color luce todavía en una parte de su fachada, junto a una puerta, pero la fachada al completo, con todos sus elementos, sigue luciendo un color erreóneo. Se hizo un horrible repintado general aplicando el tono inadecuado a todo: dinteles, cornisas, bajantes o cantos forjados... en todas partes.
Lo mismo ha ocurrido con los elementos de piedra de Villamayor que no pueden ser pintados, sino limpiados y restaurados. Patrimonio ha concluído que el tono elegido «no es admisible» y que tiene que volver a pintarse con uno adecuado al entorno. Y eso es lo que todavía está pendiente a día de hoy.
Transcurrido más de un año, no se ha vuelto a pintar y el edificio sigue luciendo de un intenso color amarillo, que no es su única deficiencia. Patrimonio requirió a la propiedad para que eliminara la pintura errónea.
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